Siempre he creído que ser fuerte
es no dejarse llevar por los sentimientos y en todo lo posible
no llorar y menos delante de los
demás. Últimamente esta concepción ya no me parece tan
cierta y contaré una experiencia
que marcó mi vida creo que para siempre. Comenzaré
expresando el sentimiento de
impotencia que he tenido desde entonces al no poder ayudar a
una paciente que no llegaba a los
6 meses de edad. Como pediatra y más aún como oncólogo
pediatra estoy acostumbrada a
lidiar a diario con dolor, cáncer, sufrimiento, depresión, angustia
y muerte. Quizás muchos años de
presión emocional, física y mental me llevaron a desarrollar
un trastorno de ansiedad y
depresión desde hace algunos años que quiso manifestarse de
forma más florida desde hace 5
meses. Por lo tanto me encuentro en una etapa donde todo lo
que creía no me afectaba, ahora
me engancha mucho más desde el punto de vista emocional.
De ahí que me haya pasado esta
experiencia particular. Una bebé de la que hasta hace 2
semanas no sabía nada, de repente
llega una interconsulta a mi servicio acompañada de
familiares angustiados esperando
una respuesta. Una nena que tenía 21 días hospitalizada con
una condición muy delicada aún
sin diagnóstico. No sé si para bien o para mal la patología en
cuestión no era oncológica y así
se lo hicimos saber a la residente encargada. Sin embargo
(cosa poco frecuente en mí) me
comprometo a bajar a verla porque no sé algo me decía que
debía bajar. Lo que encuentro es
una niña en muy malas condiciones, respirando mal, toda
morada (comparable al color de
una berenjena) a la cual según los reportes de la historia aún
no le habían podido detectar la
causa. Miles de posibilidades, ninguna respuesta concreta. Mi
tarea se limitó a hablar con los
familiares quienes muy angustiados me preguntaban que iba a
pasar con su hija. Yo sabía muy
dentro de mí lo que le iba a pasar, sin embargo no tenía el
corazón de decirles lo que
pensaba en realidad y me enfoque en tratar de tranquilizarlos
explicando que se estaba haciendo
lo posible por ayudarlos pero que lamentablemente era
probable que la niña no
sobreviviera. A pesar de esto sugiero que sea manejada en una unidad
más especializada con el fin de
aliviar su sufrimiento, es decir, el dolor, la dificultad respiratoria,
el sangrado, porque donde me
formé como oncólogo me enseñaron a hacer todo lo posible por
curar y cuando la enfermedad gana
hacer todo lo posible por dar una muerte digna y con el
menor sufrimiento posible. Quizás
todo esto suena muy técnico y frío pero la realidad es que no
es fácil ser una especie de ángel
de la muerte que acompaña a los pacientes terminales en su
transición a otros planos. Mi
mayor molestia ocurre cuando me responden que dicha unidad no
la recibirá porque no tenía
criterio de recuperabilidad. De ahí mi pregunta: desde cuando
nosotros los médicos jugamos a
ser Dios y decidimos quien vive y quien no? Como tener el
pecho tan frío de dejar una bebé
a su suerte cuándo se le pudo haber dado más cuidados? Ojo
con esto no quiero bajo ningún
concepto meter en problemas a nadie. Es solo una experiencia
que me tocó vivir como pediatra
de las muchas que se repiten día a día. No sé por qué motivo
me enganché tanto con este caso
pero el dolor de no poder hacer absolutamente nada me
afectó mucho al grado de
reactivar algunos síntomas físicos de mi ansiedad. Creo que el resto
de mi vida muy en mi interior
siempre pediré perdón a esa bebé por no haber podido hacer
más, incluso pediré perdón en
nombre de aquellos que decidieron no ayudarla a un buen morir.
quiero que sepas que estás en mis
pensamientos frecuentemente y que espero que Dios te
haya reservado unas lindas alas y
que ya no sufras. Espero que cuides a tus padres que sufren
mucho tu partida y espero que
puedas perdonarnos por no haber podido hacer más por ti. Yo
por mi parte te prometo que cada
día seré no sólo una mejor pediatra y oncólogo sino por
encima de eso una mejor persona
que ayude a otros niños que como tú lleguen a mis manos
de alguna forma. Descansa en paz
pequeña niña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario